Siempre he sido bastante oscura aún en mis momentos de euforia, siempre hay un indicio de amargura y más que eso, se puede ver claramente en mi rostro, como un destino marcado esperando por mi.
Incluso mucha de la música que se supone que es oscura no me alcanza, no me toca porque tienen una forma alegre de quejarse como un himno sin gracia, el blues en cambio es como una súplica, como una queja que da una mirada detallada al sufrimiento característico de la raza, el sufrimiento que causa la existencia misma...
Mi cuerpo es una máquina productora de drogas que jamás descansa, por ejemplo, ahora no sé si estoy completamente conciente y eso ocurre a menudo pero se siente mucho mejor así.
Estoy algo cansada de mirar los ojos de la realidad manchada, de mantenerme firme ante el miedo y los fantasmas.
Me he sentado con la muerte a la mesa y desde que no le tengo miedo forma parte de mi vida y la certeza de mi propia muerte es lo que me ayuda a dormir por las noches.
Un día todo esto terminará y talvez por un solo segundo, las voces callarán y el ruido se detendrá, la carrera cesará tan solo por un instante fugaz que durará para siempre , entonces todo habrá valido la pena y tendré fuerzas para empezar todo de nuevo.
Desgraciadamente la culpa sigue viviendo entre nosotros, humanos raza de locos, y el hambre de libertad nos sigue cegando, nos sigue haciendo reclamar cosas a todo pulmón, nos hace exigir, anhelar, aún...y una vez más, sin resultados.
Los que tienen el poder son extraños, extrangeros de quién sabe donde.
La enfermedad sigue siendo la misma...con tanto ego ninguna civilización puede subsistir por mucho tiempo...bueno, el cosmos no se pierde de mucho después de todo.
Siempre me sentiré algo incómoda después de que escribo algo así pero no tiene mucha importancia al final de cuentas...