Friday, April 11, 2008
Lo protagonizó Lorena cuando el reloj marcó 4:31 PM
Descubrirme en las oscuras páginas de alguna obra de Sade que habita cómodamente debajo de la almohada que está en el extremo de la cama que nadie utiliza, en una la madrugada de jueves, podría parecer un hecho soberbio, demasiado ansioso, cómo el grito sordo de un insecto negándose a la derrota, aún debajo de la suela de un zapato malintencionado, todo es posible, y a estas alturas nada me sorprende lo suficiente como para que se transforme en un post en medio del naufragio, en medio de la ausencia o más bien, de la falta de presencia y un poco, sí, del olvido...por qué no decirlo? jamás me gustó huirle a las palabras pues he comprobado con harta experiencia que estas siempre logran alcanzarme sin remedio.
Si este descubrimiento es solo un producto más de mi imaginación superpoblada, entonces se convierte en el protagonista de una historia, también inventada, que me empeño en decorar con artilugios que escojo al azar, si es que en realidad llego a escogerlos o se trata nada más de un reflejo de mi instinto y sus sombras.
Descubrirme en el espejo es ahora una tarea que resulta mucho más complicada que cualquier otra, pero ha perdido importancia con los días, con las horas, con los años. Qué más da no experimentar la sensación de ser yo en el brillo opaco de unos ojos cansados? Ojos que ya no parezco ser capaz de retener cuando dejo de mirarlos, pero que ya no me despiertan la misma curiosidad. Mi infancia se ha fugado otra vez y no logro adivinar el camino que tomó, pero ya regresará, en algún sueño o en algún recuerdo como todo lo que te pertenece.
Descubrirme en ti como antes lo hacía frente a un espejo es una tarea que se me da con muchísima más facilidad, a lo menos el brillo en tus ojos no se torna opaco todavía y devuelve reflejos en los que aún aparezco animada,en los que me muevo con cierta soltura, casi como antes... mi infancia quizá migró hacia allí y allí quiso quedarse... descubrirme en ti es, después de todo un placer oscuro pero grato. Quizá un día comprendas como yo que no hay razón que justifique la huida...

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