Decías que esta ciudad estaba llena de magia, de calor y de historias, y creo que en parte también esta llena de mosquitos y dientes de oro, con uñas largas en el meñique y zapatos colgados de cables de luz, de calles cerradas por un partido de futbol entre primos, de gritos, manteca y esquina.
Yo digo que esta ciudad es un pantano, por dentro y por fuera y tu dices que es tierra fertil, que es manglar que es plátano y camarones, que es playa y páramo que es volcanica que es salvaje, es demasiado en bruto para mi gusto, para mi una ciudad necesita ser más tallada, más elaborada, deben de irse construyendo las historias en la misma urbe y no en el chismorreo familiar de la sobremesa.
Yo encuentro a la ciudad calurosa pero acogedora, una ciudad de pocas pulgas pero que te hace sentir en tu casa, una ciudad que parece estar quejandose contigo de todo aquello que la mata, que la apaga...
Guayaquil es por excelencia una ciudad oscura a pesar del sol, la gente siempre anda tratando de huirle de alguna manera, se pone como loca cuando le da demasiado y pierde un poco la cabeza, sube fuego y luego sabemos como termina la historia, un recuedo desordenado, en estado especial de conciencia, siempre un paco, un mosco, la mala atención en alguna esquina, el silbido morboso de algún transeúnte te recuerda donde estás parada, para mi a veces viene a ser demasiado...por eso prefiero huir.