Wednesday, August 22, 2007
Lo protagonizó Lorena cuando el reloj marcó 1:39 PM

Dos de los peces de mi hijo: Julián y Napoleón sufren de obesidad. Nunca pensé gastar más de diez dólares en asuntos que tengan que ver con peces, por eso sus peceras son pequeñas e humildes y eso jamás me dio problemas y espero que a ellos tampoco, pero ahora tengo que decidir si comprarles una pecera más grande o ponerlos en una dieta severa y cuidadosa, imponerles la incomodidad de no poder nadar sin rozarse para que decidan incrementar su fuerza de voluntad y no se pasen todo el día tragando.
Es cierto que la obesidad es un padecimiento pero cuando viene de la cabeza de los peces francamente te va pareciendo un poco ridículo ver como tienes que financiarles el vicio.
Si no someto a Napo y a Julián a dieta estricta, me voy a sentir tremendamente culpable si mueren de empacho, y lo que digo me preocupa mucho, porque no quiero pasar así de fácil de Pavlov a Hittler, ni siquiera con los peces, ni siquiera en mi cabeza.
Martín, mi hijo, solo piensa que Julián y Napoleón se aman porque siempre se andan rozando pero a todo el asunto tiene que ponérsele más cabeza porque podría llegar a causarle una ligera tendencia escondida a la homosexualidad en la adultez, por eso de la perversión poliforme, porque ambos tienen nombres masculinos, en cambio si se mueren entonces se le convertirá en una neurosis y/o una represión y probable fijación a los peces o algas marinas...puede que en algún momento llegue a arrancar flores (contando con el hecho de que puede ser, que a sus cuarenta años haya dos flores en el mundo)
Creo que he decidido definitivamente poner a Julián y a Napo a dieta YA! Diez dólares más no me vienen mál después de todo. Pero si se mueren famélicos? también lograría provocarme una fuerte sensación de culpa que probablemente se me pase rascándome un rato la cabeza...esas son las sensaciones que harán que cuando mi hijo tenga cuarenta años hayan solo dos flores en el mundo y que la pobre criatura no pueda darse el lujo de arrancar unas cuantas, no hay derecho!
El mundo está enfermo, yo también, mis peces y mi hijo.

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