Wednesday, November 08, 2006
Lo protagonizó Lorena cuando el reloj marcó 10:16 AM
Hoy tuve clase de estadística a las siete de la mañana, no asistí a la clase pasada por una razón u otra, al final no importa, siempre tengo como rebuscar razones,las encuentro por ahí, en realidad no hay una verdaderamente fuerte para faltar a la universidad, lo hago cuando no estoy de ánimo para ir cosa que pasa bastante a menudo.
El profesor había mandado un ejercicio que, por obvias razones yo no tenía, había entregado una hoja en donde daba 200 números de los cuales pedía sacar intervalos y corelación lineal, en fin, eso qué importa! el punto es que mis compañeros se habían sacado la mugre, habían dejado sus intestinos en el ejercicio y habían llevado la prueba de que hicieron todo lo que pudieron para resolverlo, el caso es que de 50 personas, 2 lo tenían bien y 1 también pero por la mitad, todo esto para mi suerte, creo...
Yo estaba como siempre, dormida pero de pie, oyendo pero no escuchando, cuando uno de los compañeros que lo había hecho bien, llámesele superdotado, genio, o simplemente tramposo, se paró a dibujar el ejercicio en la pizarra, empezó por los intervalos ya hechos (cosa en la que me tomo bastante tiempo porque soy bastante desorganizada, los números se me escapan, me bailan y hacen malabares para mi) o sea que me dio la mitad del trabajo hecho.
Los ojos fueron abriéndoseme poco a poco al contemplar la pizarra con números que parecían ser códigos secretos, parecía que un autista los había dibujado, para mi nada tenía lógica, nada tenía sentido, los números solo estaban ahí porque si.
Traté de ordenar mis ideas, la gente tenía cara de tragedia, supongo que yo no era la excepción, iban brotando y brotando diferentes ejercicios, para sacar qué sé yo cuantas cosas para qué sé yo qué fin funcional...
Me convertí en una máquina alrededor de las 7:20 de la mañana, mis dedos tecleaban la calculadora de una forma brutal, mis labios se movían, repetían operaciones, mi cerebro se bloqueaba, se desbloqueaba derepente, me escuché un par de veces diciendo cosas como cuatro por dos seis, ya no tenía sentido nada de lo que decía, pero avanzaba casi milagrosamente, cuando sentía que ya había terminado, salía otra operación que remostraba que no lo había acabado...y así nos pasamos de la hora de clases como 20 minutos, hubo momentos en que realmente concideré la posibilidad seria de ser ferozmente estúpida, pensaba por momentos (cuando me salían bien las operaciones)¿QUE DIABLOS HAGO EN LA FACULTAD DE FILOSOFIA!? Hubo un momento en el que pensé, jugueteando con mi inteligencia abstracta, que si el problema me cuadraba votaría por Alvarito Noboa, tan segura estaba de la imposibilidad de la operación.
Al final lo logré, después de varios errores de signos, intentos fallidos, multiplicaciones y sumas tan ridículas como la que mencioné antes, y mecanismos falsos, la operación me cuadró, nunca sentí mayor placer, pegué un grito, la gente me felicitó, había a mi lado gente que seguía con cara de tragedia...no muchos, casi todos vivieron lo mismo que yo, así que no es que me sienta especial ni nada de eso.
Cuando salí de el aula, los ojos me ardieron por la luz del sol y eso que dentro hay una ventana enorme que ni miré, por 3 horas mis ojos solo vieron papel, números y pantalla de calculadora.
No, no voy a votar por Alvarito, creo que mi inteligencia abstracta entenderá mis razones.