Thursday, October 09, 2008
Lo protagonizó Lorena cuando el reloj marcó 7:15 PM
En esto se resume mi vida. Un no-lugar. Perder mis pies, perder mis pasos y no reconocer mis propias huellas. Y el silencio...
Tiempo, tiempo, tiempo pero no espacio. Tiempo que pesa, tiempo que aplasta. Tiempo que parece dos vidas y no una, dos vidas que no se desean, dos muertes que se esperan, no una, si no dos.
Adelgaza la línea finísima que divide lo que es mío con lo que es ajeno hasta que nada es mío, ni el destino... mucho menos el destino. Mía es solo esta angustia que late, marchando en una sonata militar de feroz tenacidad.
Yo sigo mis propios pasos y a ciegas. Me voy afianzando con la huella en los asfaltos de una ciudad en la que soy más yo que en el espejo, como quien cava hondo su propia tumba, como quien construye con sus propias manos, el vientre que lo contiene. Como quien se viste de invisibilidad.
No importa cuanto corra, nunca importa, estaré en el medio del tráfico de almas. Cuánto tiempo me drogué con letras!, Confieso que en sus trazos me pierdo aún de manera voluptuosa.
No somos más que el producto soberbio de una legión portadora de insania, la más dramática de todas las que existen.
Izando la bandera de cinismo, la tragicomedia se da vida en tu sonrisa lacrimosa y osada, aunque sabes que la paranoia se despierta en mi y me devora. Sabes también que por medio del miedo huí de la locura.
Reí en vez de llorar, lloré en vez de gritar, grité en vez de gemir, o quizá fue al revés.
Dios no es más que una madre neurótica que, por mantener el orden, va guardando a su paso todo lo que ve, en lugares en donde solo él podría encontrarlo. Dios es un imposible. ¿Dios es? No. Y si fuera sería caos.

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