Maldita sea la luz que me descubre y me amenaza, que me arranca de la no existencia, ojalá que la noche durara para siempre, que se vistiera el cielo de un velo de cenizas.
Bendita sea la oscuridad que me esconde de la mirada propia, que me transporta a lugares que no son aquí y a momentos que no son ahora. La mañana inclemente que me arranca del sueño para ofrecerme airosa con su cínica sonrisa, la puerta misma del infierno.
Anoche soñé con esa tarde que entre tus brazos sentí que era de noche...
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