Te levantas ante mi, hermético y yo sucumbo a los pies de tu miseria... pinto de púrpura los sonidos mudos de tus llamados de auxilio, mientras dibujas en tu rostro majestuoso, una sonrisa de dolor que parece punzante, desangrándote ríes, y en tus ojos no soy capaz de encontrar límites, parecen transformarse en una especie de nada inconmensurable donde quiero perderme.
Pretendo restar con mis sollozos la cuenta extensa de tu cadena kármica y espero...
Tus fantasmas me temen y huyen de mi llevándote consigo, y así me vencen, siento vergüenza de mi poder y lloro, esta vez por mi, por mi falta, por el hueco que trato de llenar con tu presencia, después de todo la miseria en mi es mayor y vuelve a burlarme, la veo reírse de mi a lo lejos, una vez más, me digo, una vez más...
Mientras tu escoges ahogarte en un mar de ignorancia, la verdad me calcina la piel y los huesos y vuelvo al polvo pero contenta, por la sola posibilidad de ser aquello que acaricie tus plantas.
Labels: delirios de madrugadas, menestra simbólica, Vísceras desparramadas