Friday, October 24, 2008
Lo protagonizó Lorena cuando el reloj marcó 1:08 PM


INGREDIENTES
Un vaso de leche (de cualquier vaca, industria o nacionalidad)
chocolate en polvo y azúcar.
Un vaso, de preferencia mediano.
Una cuchara.

El polvo del chocolate no debe de mezclarse del todo con la leche. Movimientos envolventes y lentos. Los coágulos se juntan para no ahogarse en el mar de nácar, se agolpan comprimiéndose para formar una capa abundante. La superficie del vaso es ahora cobriza y cuarteada. El azúcar cae despacio y en cascada sobre la superficie grumosa. La armonía parece haberse perdido. Pero no. El marrón se abre amablemente en su centro, en un abrazo, ante la blancura dulce e insinuante del pesado polvo, que termina cayendo para alojarse los cimientos del contenedor, donde se acomoda cómodamente.
El metal helado de la cuchara irrumpe en un roce casi vulgar que lo transporta al fondo del vaso. La humedad ahora la envuelve, ya no es más esa frialdad seca, ahora nada en una inmaculada marea cremosa. Al fondo se encuentra con la granulación crujiente. La saborea de forma sutil.
La mano extasiada recoge el azúcar de a poco con la cuchara, y lo lleva lentamente hacia la superficie. Los grumos le abren paso, intentan escaparse de la boca ansiosa. Uno o dos no lo logran, quedan navegando en una pequeñísima porción de leche que tampoco logró salvarse. Llegan a los labios donde la carne rebosa en una espera palpitante. La lengua se mueve formando ondas leves, casi imperceptibles, tratando de adivinar el sabor antes de tocar. Los labios abrazan el metal y la lengua abraza la cuchara y la rodea con otros movimientos envolventes pero lentos, la lentitud es la clave.
Los grumos pisan el paladar mientras la leche baja mojando la garganta y se precipita hasta terminar en las entrañas. La nariz respira en un intento de reternerlo todo. El grumo se revienta liberando el polvo que yacía escondido en su matriz.
Un gemido por cucharada, un cerrar de párpados, un dilatar de músculos. Uno solo por cucharada.
Alzar el vaso y beber de su borde es perverso, pero la idea aparece, acecha. Prefiero disfrutarlo a cucharadas. Un gemido por cucharada, un cerrar de párpados, un dilatar de músculos. Dos, tres, cuatro, cinco..... veintiuno o quizá más. No, más no. Es preferible que el vaso sea mediano. Siempre mediano. Grande es sádico. Pequeño es masoquista. Lo importante es siempre guardar la compostura. Ahora voy por otro. Lujuria y no gula.

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3 coments


At 5:22 PM, Blogger Juan

pornógrafa, erotómana! mucho fabián crema, jajaja, a tomar la lechona! juajua.-

beso chaus.

 

At 10:13 PM, Blogger Lorena

Fideos mmmmmmm FI DE OSSSSSSS con QUE SOOO!!! mmmmmm jajajajaja

 

At 10:39 PM, Blogger Lorena

Se vino el secretario del COMFER!