Pues resulta ser que el día domingo que Martín festejó su cumpleaños con bombos y platillos, poquísimos fueron los que faltaron, se podía ver a la montonera de gente sumergida en la piñata, emocionada aplaudía al show, comían hasta la saciedad, reían y el cumpleaños feliz era unánime y el volumen de las voces me ponía la piel de gallina. Hoy 17 de agosto, día del verdadero cumpleaños de Martín también hubo una modesta tortita, y una velita y también hubo piel de gallina pero esta vez, por la falta de volumen en la canción de felicitaciones, es increible lo que hace una piñata...
La gente de siempre estuvo ahí, de unos sé que quisieron estar pero algo se los impidió, mucha gente que esperé nunca llegó, es curioso realmente, la gente se vende mucho por las fiestas...