"Los tangos son criaturas avandonadas, que cruzan sobre el barro del callejón, cuando todas las puertas están cerradas y ladran los fantasmas de la canción. " recita uno de mis tangos favoritos...
Desde niña, desde que tengo uso de razón y lo recuerdo, el tango forma parte del soundtrack de mi vida, lo escuché (y aún ahora) en la voz apasionada de mi abuela mientras hacía algo en la cocina, lo escuche a manera de recitación en la voz de mi madre, quien también creció con la voz de Gardel...Dios de muchos, ícono inconfundible de la identidad tanguera, solo de pensar en Carlos Gardel, la carne se me pone toda de gallina...
Hoy melómana irremediable no he podido evitar caminar hasta el tango casí con los ojos cerrados y de manera inconciente, me susurra al oido las historias más maravillosas, apasionadamente.
Con pocos amigos, músicos he tenido el placer de compartir al tango, a mi tango, a un tango que me robé, que se robó mi abuela, porque no le pertenecía, porque lo de ella debió de ser el pasillo, que también escuchó y con el que también lloró, pero por alguna razón el tango siempre le arrancó muchas más lágrimas de emoción...
La vida me arrastró hacia Buenos Aires, entre Florida y Suipacha en donde los domingos al medio día podía escuchar un trio de jazz que tocaba en la calle Florida...pero todos los demás días de la semana el tango estuvo presente en mi vida, cantado, bailado...en las aceras mientras caminaba...Don Luis y su modelo, de la cuál nunca aprendí el nombre, frente a las galerías Pacífico ya me saludaban al pasar, siempre con una sonrisa pintada en los labios y la piel de gallina...porque no puede ser para menos, al escuchar tan bella mezcla, tan hermosa melodía, la armonía perfecta arrancada de algunos instrumentos que jamás ví...
Hoy mi hijo, solo mio, tiene en la sangre al tango y lo oye con emoción, lo baila (torpemente) intenta tararearlo, lo escucho desde que empezó su vida intra-uterina...
Mi vida es un tango con matices de pasillo, porque no niego lo que soy, porque el pasillo se arranca de mi alma...pero tengo la pasión de un tango que heredé de las calles de Buenos Aires, de mi hijo, de un amor inmenso...
Hace poco tiempo se conmemoró la muerte de Gardel y hoy quiero rendirle homenaje en este espacio, pequeño pero mio, así como mi vida, de la que siempre formó parte...sin saber, sin corresponderme, talvez un poco arrebatadamente...el tango se metió como intruso en mis venas, con la voz de mi abuela...de mi madre y ahora de mi hijo, que no lo robó de nadie.