Friday, September 22, 2006
Lo protagonizó Lorena cuando el reloj marcó 10:27 PM
Cómo es que caminaste descalzo tanto trecho? Vi un gorrión nacer en el perfil de un árbol seco, cansado, distante y me causó nauseas, asco por una vida que nunca tuve, el llanto ensordecedor de un infante taladrándome los oídos, y me desvanezco yo antes que él, con la certeza fija que alguien vendrá en su ayuda, a salvarlo, a sacarlo del aterrador lecho blanquiceleste, yo, espero, aún espero que calme, que calle, que duerma.
Es una lucha indetenida, constante, entre mi dignidad y su capricho, tenerlo aquí, una vez más es imposible, y se parte mi corazón en mil pedazos, al obligarlo a aprender de una forma cruel, casi despiadada, que debe descansar, que nadie va a salvarlo sin importar cuánto y cuan fuerte grite, tiene que parar, ¿cuánto puede durar? ¿cuánto más?
No tengo alma, no tengo corazón y confiezo que por dentro, algo extraño se me rompe, se hace trizas y se derrama por los suelos de un cuerpo enardecido, cansado de no hacer, de pensar y planear lo jamás conseguido.
El llanto casi calma y vuelve a empezar, como un constante torturar de un alma que supone inexistencia, y que está ahí, mostrando vulnerabilidad y casi dejando escapar lágrimas por los sonidos estridentes de una garganta mínima.
Puedo imaginar la angustia que siente, como talvez puede él imaginar la que siento yo y por eso insiste, la soledad, el abandono, es el mismo para los dos.
El se deja llevar por la desesperación unos instantes y yo logro callarla, ponerle pausa para dejarla flotar luego, en un momento que no es el apropiado, no hay momento suficientemente bueno para mostrar la desesperación, no es el mejor para él ahora, y sin embargo no le da importancia.
Su desesperación está haciendo flotar la mia como respuesta a el elíxir de salvación que pide, que exige, que demanda. La dejaré ahí, como las otras, en espera de el momento menos adecuado, de la multitud morbosa, de la histeria colectiva, de las sonrisas burlonas desmedidas y notorias, de los diagnósticos de locura de la gente común, ahí estaré yo, esperando a ser juzgada una vez más.
El llanto sigue, por momentos gana debilidad, por momentos entra más en histeria, todavía queda la esperanza de que se desvanezca entre los caminos misteriosos del sueño nocturno, que vence, que domina, que cierra...¿cuánto más puede durar? La garganta clama con igual intensidad y hace pausas de descanso, porque sigue siendo humana aunque pequeña.
Los paréntesis son cada vez más largos, más extensos, el reloj casi logra marcar el minuto y la garganta calla y vuelve a resonar con violencia por ser el comienzo, más euforia, más.
El sonido se desvanece poco a poco, yo no puedo más que mirar hacia abajo, y recoger los pedazos de un corazón hecho trizas que parece pertenecer a este cuerpo, que sigue siendo ajeno.